Que a los yanquis les pone lo francés, y lo parisino en particular, es de sobras conocido. Y aquí orquesta el desatino un británico de alcurnia en películas de época sosegadas y a veces estimables como es James Ivory. Y tutti contenti: un grupo de actores norteamericanos haciendo de norteamericanos embelesados con todo lo que huela a mantequilla y grandeur, y en frente un grupo de franceses haciendo de ídem en su versión más chovinista burguesa: somos así, a veces sin sentido aparente actuamos pero damos el pego como adalides de lo más.
Por momentos los comportamientos de todos ellos son de los de arrear guantás con la mano abierta, llevándose la palma el ex marido pintor y el tío opinador...las femmes usamericanas tampoco les van a la zaga con arrebatos de estupidez y sumisión emocional dignas de estudio.
Pretende drama la mayor parte de su duración, y tiene algún giro cómico basado en la propia estupidez aburguesada de los vecinos del norte y en la naturalidad simplona de los de más allá del Atlántico. Personalmente me quedo con el breve papel de contratista de Sotheby's del siempre notable Stephen Fry -británico/bipolar/politoxicómano él, y para siempre AKA Oscar Wilde-.
Se ve, uno por momentos se enoja, pero finalmente se termina y lo ocurrido a todos esos personajes nos deja tibios, ni fu ni fa allons enfants.