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Gabriel Ufa rating:
8
6.0
8,823
Comedy
Barcelona, in the ‘60s. It’s springtime, and Vázquez is having a ball to himself. His characters – the Gilda Sisters, Anacleto, the Cebolleta Family... – are a huge success in the comics published by Bruguera. Meanwhile, Spain’s top cartoonist gets what he wants when he wants, paying nothing for it, artfully dodging anyone he owes money to, tricking and cheating his bosses and marrying gaily, collecting one family after another. Until a ... [+]
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- es
December 7, 2010
6 of 7 users found this review helpful
Sintomático es el inicio de “El gran Vázquez”. Varios acreedores esperan en la puerta de entrada a su casa, en plena azotea, a que el genio del cómic (y el impagador jeta) aparezca, para intentar cobrar, como si de la famosa viñeta de 13 Rue del Percebe, creada por Ibáñez e inspirada en Vázquez, se tratase. Con este significativo comienzo, Aibar, el gran Aibar, nos sumerge en el mundo de Vázquez, uno de los más importantes artistas del tebeo, junto con otros como Ibáñez, que también aparece fugazmente, con quien coincidió en la editorial Bruguera.
Aibar, profundo admirador de la obra de Vázquez, al que conoció personalmente, le rinde tributo en una obra en tono de comedia pero que no esconde los pasajes más oscuros, dando una acertadísima visión global del particular “modus vivendi” de Vázquez. Acertadísima digo, porque para los que conocieron, o no, alguno de sus personajes (Anacleto, Las hermanas Gilda o La familia Cebolleta), Aibar dibuja de manera clara, rotunda y con un ritmo prodigioso (fechoría tras fechoría) la vida y milagros del ínclito Vázquez. Una vida llena de timos, estafas, engaños, mucha caradura pero también de genialidad y riesgos. Su particular idea de libertad le costó tres condenas de cárcel, aunque él decía que era el lugar donde trabajaba más a gusto.
Por supuesto, Aibar, al que por cierto, pude saludar personalmente, es consciente de los daños colaterales que provocó, es decir, el precio que la gente que estuvo alrededor tuvo que pagar (mujeres, sus 11 hijos) y deja cumplida constancia de ello.
En el aspecto técnico, la ambientación está plenamente conseguida. No hay muchas películas que recreen la Barcelona de los años 60. En ésta se respira la época, las calles, los vestidos y la famosa editorial Bruguera, con sus dibujantes alineados en pupitres. Acompaña el trabajo de fotografía, con una luz a veces pálida, amarillenta, de categoría.
Respecto a la labor de los actores, sólo se pueden repartir elogios. Desde el papel del autoritario Peláez, un genial Alex Angulo, convertido en una especie de tecnócrata administrador, pasando por el director comprensivo (un fenomenal Enrique Villén), hasta un prodigioso Santiago Segura, que demuestra que hay vida más allá de Torrente, realizando una encomiable interpretación.
Oscar Aibar, el gran Aibar, entronca en “El gran Vázquez” con el género de la picaresca española, reivindicando la cultura popular, alejada de museos y obras de arte, y demostrando que con talento, algo de ayuda (en forma de financiación) y mucho trabajo, se puede conseguir una obra más que estimable, al tiempo que un legado.
Aibar, profundo admirador de la obra de Vázquez, al que conoció personalmente, le rinde tributo en una obra en tono de comedia pero que no esconde los pasajes más oscuros, dando una acertadísima visión global del particular “modus vivendi” de Vázquez. Acertadísima digo, porque para los que conocieron, o no, alguno de sus personajes (Anacleto, Las hermanas Gilda o La familia Cebolleta), Aibar dibuja de manera clara, rotunda y con un ritmo prodigioso (fechoría tras fechoría) la vida y milagros del ínclito Vázquez. Una vida llena de timos, estafas, engaños, mucha caradura pero también de genialidad y riesgos. Su particular idea de libertad le costó tres condenas de cárcel, aunque él decía que era el lugar donde trabajaba más a gusto.
Por supuesto, Aibar, al que por cierto, pude saludar personalmente, es consciente de los daños colaterales que provocó, es decir, el precio que la gente que estuvo alrededor tuvo que pagar (mujeres, sus 11 hijos) y deja cumplida constancia de ello.
En el aspecto técnico, la ambientación está plenamente conseguida. No hay muchas películas que recreen la Barcelona de los años 60. En ésta se respira la época, las calles, los vestidos y la famosa editorial Bruguera, con sus dibujantes alineados en pupitres. Acompaña el trabajo de fotografía, con una luz a veces pálida, amarillenta, de categoría.
Respecto a la labor de los actores, sólo se pueden repartir elogios. Desde el papel del autoritario Peláez, un genial Alex Angulo, convertido en una especie de tecnócrata administrador, pasando por el director comprensivo (un fenomenal Enrique Villén), hasta un prodigioso Santiago Segura, que demuestra que hay vida más allá de Torrente, realizando una encomiable interpretación.
Oscar Aibar, el gran Aibar, entronca en “El gran Vázquez” con el género de la picaresca española, reivindicando la cultura popular, alejada de museos y obras de arte, y demostrando que con talento, algo de ayuda (en forma de financiación) y mucho trabajo, se puede conseguir una obra más que estimable, al tiempo que un legado.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
Es posible que la caradura del dibujante, o más bien sus otras "obras", más terrenales, produzcan cierto escozor o malestar en el espectador (conozco algún caso), de manera que no produzca demasiada simpatía, algo bastante comprensible. Si nos ponemos en lugar de las víctimas, evidentemente, nuestra opinión no será muy buena. El particular código ético de Vázquez, como refleja el tráiler, algo así como “se lo quitaba a los ricos para dárselo a sí mismo”, lo explica.
No obstante, ello no es óbice para que la película y la magnífica dirección de Oscar Aibar, el gran Aibar, pueda considerarse como realmente notable.
No obstante, ello no es óbice para que la película y la magnífica dirección de Oscar Aibar, el gran Aibar, pueda considerarse como realmente notable.