Como tengo la costumbre de verme las películas hasta el final, pensando que siempre puedo sacar algo positivo, al menos comparando lo que está bien realizado con lo que está muy mal realizado, pues me encuentro bastantes veces con la sensación de estar perdiendo el tiempo de mi vida. Y esa es la sensación que he tenido viendo esta no se como llamarla. Para que se hagan una idea antes de verla: la cámara quieta casi todo el tiempo y una serie de lo que parecen ser unos actores y unas actrices soltando todas sus histerias sin que le encuentres mucho sentido a lo que dicen. El espacio es de puro teatro, una sala de una casa media americana, una consulta de psiquiatría, y allí se dicen todo lo que les viene en gana como contando sus vidas. De vez en cuando algunos planos en otros lugares y hasta el director tiene la feliz idea de colocar una cámara subjetiva en el lugar de una muerta a la que le dicen lo que deben ser sus verdades. Seguir tanto diálogo y de la manera que esta dicho, además subtitulado, es para volverse loco como todos los personajes. Como el propio director, y autor del guión, sabe que es insoportable lo que está haciendo, tiene la feliz idea de incluir un personaje interpretado por Olivia Newton-John que con una guitarra nos canta bastantes canciones al estilo country que pretenden explicarnos algo de lo que ocurre.