La presentación de la película y los títulos de crédito son una declaración de intenciones y son divertidos por lo que uno se endereza en su asiento dispuesto a disfrutar. Los recursos cinematográficos utilizados son muy buenos, como la utilización de la pantalla y fotos de polaroid para recordar los momentos clave de su vida y que gracias a un buen guión están colocados en los momentos justos del relato relacionándose perfectamente con lo que ocurre en cada momento de la historia. Un momento clave de la película es el sueño de Billy resuelto con una magnífica escena de baile que debería ponerse a la altura de las grandes escenas de baile del cine. Otro momento lleno de sutileza y simpatía es la escena de la cama. Después está la actuación de los dos protagonistas llena de simpatía y bien hacer a pesar de que es raro encontrar buenos actores en las comedias gay norteamericanas. Los fondos son muy vistosos y de acuerdo con la escena que acompañada de buena música te hace pasar un buen rato. Un definitiva, un cuento gay bien contado.