A modo personal, la música ha transmitido en mí, infinidad de emociones, y sí, tal vez igual que a Selma, me ha sacado del mundo y de las dificultades que me rodean, dándome haces de luz en medio del momento más silencioso o ruidoso, según sea el caso. Esta película tiene el poder de conectar al espectador con la hermosa historia que aquí se expone, llevándolo a ser partícipe e incluso de compartir las mismas emociones por las que el personaje principal tiene que vivir; desde la tristeza hasta el olvido, alegría y disfrute, cuando Selma decide seguir cantando a pesar de. La música se convierte en el catalizador de lo que se vive, mostrando en cada una de las canciones interpretadas, una verdad única, un deleite en los mínimos detalles, en los mínimos sonidos, una visión fuera de lo común, una actitud totalmente errada si de actuar lógicamente se trata. El amor una vez mas lo supera todo, el amor una vez mas lucha contra viento y marea. Y si verdaderamente hemos visto todo ¿echaríamos de menos esto cuando la luz de nuestros ojos se apague o más bien, cuando la luz de nuestro corazón la dejemos disipar?

Que el “último” en nuestras vidas, sea definido por nosotros mismos, y nunca por los demás.