Ambientada en los años cuarenta el realizador neoyorquino presenta un homenaje a la radio, esto desde el punto de vista y el recuerdo de Joe (Seth Green), un niño que vive con su particular y extensa familia en un barrio de clase económica media-baja. La voz adulta de Joe (voz de Woody Allen) es el que sirve como narrador de las acciones, para una obra que se vale de momentos recordados.

La película retrata la infancia del protagonista a través de distintas rememoraciones que le da la radio: programas, personajes o canciones, que se van entremezclando con situaciones familiares y personales. En tono cómico enmarca la influencia que tuvo este medio de comunicación en la sociedad norteamericana, como contraste de la baja que tenía en el momento en que apareció el largometraje.

Allen construye su guion de forma fluida, la historia se desarrolla con desenvolvimiento, toma acontecimientos reales históricos y pone a sus personajes a vivirlos para transmitir una mayor sensación de añoranza. El elenco aporta carisma y caricaturizan muy bien a los personajes, porque ese es el sentido que el realizador quiere transmitir, una época que vista desde lejos parece perfecta a los ojos de un niño.

La esmerada ambientación está muy lograda, desde los espacios físicos en que se desarrolla, hasta el vestuario, los peinados, además que todo esto sigue la misma línea trazada en el párrafo anterior, todo se observa completamente perfecto, por tanto, maquetado y falso, aunque claro es parte de esa sensación de realce de vivencias que el realizador busca expresar.

Probablemente esta época de finales de los setentas y la década de los ochentas sea la mejor en la extensa filmografía de Woody Allen, Radio Days entra en ese panorama fílmico, un preciosista homenaje a la radio, presentado como un curioso y divertido anecdotario.