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Laura rating:
4
6.2
9,589
Comedy
Trying to reverse a family curse, siblings Jimmy (Channing Tatum), Mellie (Riley Keough), and Clyde Logan (Adam Driver) set out to execute an elaborate robbery during an important race at Charlotte Motor Speedway in Concord, North Carolina, during Memorial Day weekend.
Language of the review:
- es
January 27, 2018
3 of 4 users found this review helpful
La suerte de los Logan (Steven Soderbergh, 2017) nos intenta contar un intento de robo con humor, pero digo intenta porque en ningún caso consigue su objetivo de resultar divertida y entretenida. Puede que sea por la lejanía con la que un espectador europeo observa las andanzas de un grupo de perdedores de la América profunda, pero este intento de jocoso atraco, se queda en una sucesión de escenas chabacanas, habitadas por un grupo de personajes caricaturescos. Entre ellos, obviamente, destacan los hermanos Jimmy (Channing Tatum), Clyde (Adam Driver) y Mellie (Riley Keough) Logan. Jimmy es un obrero que es despedido a causa de su cojera, Clyde trabaja de barman con su brazo biónico y Mellie es una pueblerina peluquera. Los tres comparten mediocridad, pero también una disposición a la delincuencia, fuera de lo normal, de la que se servirá Jimmy con su plan para atracar, nada más y nada menos, una de las carreras de coches celebradas en Concord. Un plan excesivo, en principio, para ellos pero que irán tejiendo gracias a la ayuda de conocidos como Joe Bang (Daniel Craig) y sus dos garrulos hermanos, demostrándonos que aunque sea durante un periodo corto de tiempo los perdedores también pueden convertirse en triunfadores.
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Spoiler:
Todos los personajes que pululan por La suerte de los Logan, son personajes borderline, al margen de la sociedad. Gente que se ha quedado rezagada en el llamado "sueño americano" y que malvive a base de trabajos mal pagados y copas nocturnas para sofocar el sentimiento de derrota. Una derrota acrecentada tras sentir la miel en los labios, después de despuntar en el equipo de fútbol americano y soñar con una exitosa carrera en la NFL. Incluso el nuevo marido de la ex de Jimmy, que vive en una mansión y conduce un mustang, es retratado como un inútil nuevo rico. Un hombre que ha conseguido dinero rápido y fácil, pero que ni siquiera sabe conducir un coche con marchas. En esta línea, se puede deducir una crítica a los ideales americanos, si comparamos al personaje mediocre, pero sincero que representa Jimmy, con el inútil del marido de su ex. Y la crítica puede acrecentarse si se menciona el pasado militar de Clyde destinado en Irak y su desamparo tras su regreso a casa, con un brazo menos. Pero todo esto queda reducido a cenizas, por el caricaturesco retrato de los personajes que hace Soderbergh. No hay ni uno que no sea grotesco, teniendo al manco de Clyde, el cojo Jimmy, la repelente hija de Jimmy que canta por Rihanna o Joe Bang y sus problemas de tensión que intenta paliar a base de huevos duros. Es comprensible la intención de realizar una cinta puramente amena y dejar al lado la búsqueda de un poso mayor, en el espectador, pero realmente no consigue ni lo uno ni lo otro.
Ahondando en la película, para buscar algún otro elemento de análisis, trabajo que resulta duro, puede llegarse a la conclusión de que existe un cierto grado de empoderamiento femenino, detrás de la masiva presencia masculina. Llama por ejemplo la atención Mellie y su decisión al volante (siempre conduciendo fuera de la ley), que deja retratado a todos los hombres que la rodean, con su astucia y conocimiento de los vehículos de cuatro ruedas. Junto a ella, Bobbie Joe (la ex de Jimmy), una mujer fuerte y de enérgico carácter, que no se deja dominar por ninguno de sus compañeros masculinos y Sylvia, una médico independiente, culta y que da mil vueltas al palurdo de Jimmy, aunque al final acepte su compañía. Porque tras la supuesta adrenalina que genera un intento de atraco, todos acaban en el bar con sus conquistas, en una escena que cierra la estructura cíclica de la película y dibuja el late motiv del último trabajo de Soderbergh, que no es más que la imposibilidad de estos hermanos por vencer al destino y a la mediocridad de su apellido Logan.
En definitiva, una cinta que recuerda mucho a la saga de Ocean`s, pero sin glamour y con la idéntica sensación de somnolencia. Dos horas largas, lentas, con escenas redundantes y giros de guión que no disfrutas y solo deseas que terminen, apenado por el enorme reparto malgastado. Da rabia que un director tenga la suerte de contar con un gran reparto, pero que no lo aproveche y condene a sus intérpretes a realizar interpretaciones anodinas, en unos casos, y pasadas de vueltas, en otros.
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Ahondando en la película, para buscar algún otro elemento de análisis, trabajo que resulta duro, puede llegarse a la conclusión de que existe un cierto grado de empoderamiento femenino, detrás de la masiva presencia masculina. Llama por ejemplo la atención Mellie y su decisión al volante (siempre conduciendo fuera de la ley), que deja retratado a todos los hombres que la rodean, con su astucia y conocimiento de los vehículos de cuatro ruedas. Junto a ella, Bobbie Joe (la ex de Jimmy), una mujer fuerte y de enérgico carácter, que no se deja dominar por ninguno de sus compañeros masculinos y Sylvia, una médico independiente, culta y que da mil vueltas al palurdo de Jimmy, aunque al final acepte su compañía. Porque tras la supuesta adrenalina que genera un intento de atraco, todos acaban en el bar con sus conquistas, en una escena que cierra la estructura cíclica de la película y dibuja el late motiv del último trabajo de Soderbergh, que no es más que la imposibilidad de estos hermanos por vencer al destino y a la mediocridad de su apellido Logan.
En definitiva, una cinta que recuerda mucho a la saga de Ocean`s, pero sin glamour y con la idéntica sensación de somnolencia. Dos horas largas, lentas, con escenas redundantes y giros de guión que no disfrutas y solo deseas que terminen, apenado por el enorme reparto malgastado. Da rabia que un director tenga la suerte de contar con un gran reparto, pero que no lo aproveche y condene a sus intérpretes a realizar interpretaciones anodinas, en unos casos, y pasadas de vueltas, en otros.
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