Conocí el caso de una jovial profesora amante de la historia y de los libros de Jean M. Auel que dispuesta y alegre como una colegiala se dispuso a hacer una excursión con su clase para mostrar a sus alumnos parte de la prehistoria del mundo. No me extrañaría que la mitad de los asistentes en el siguiente examen suspendieran la asignatura, pues más bien parece que este film será histórico por mezclar diferentes tramos del cine fantástico sin llegar a ningún lugar en concreto. Partimos de una leyenda, donde la guapa protagonista toma prestadas las lentillas de Memorias de una Gheisa para ser el máximo exponente de una pofecía, en un mundo de hielo donde la tribu caza a los enormes y peludos Mamuts. Todos pasaron antes por un peluquero y barbero prehistórico y se pusieron un poco de rimel. Después inspirados en Spielberg y su mundo perdido metieron una especie de aves carnívoras que parecen sacadas de Cristal Oscuro, cambiando a un escenario más verde. Del verde pasamos al dorado del desierto lleno de tribus africanas y un gatito de 7 metros con los dientes largos y corazón agradecido. Impresionantes vistas de las pirámides en construcción y de unos veleros que parecen volar sobre el agua, y más leyendas. Muchos esclavos para todo ello pues los antiguos egipcios llevaban unas uñas postizas al más puro estilo Drag, de 10 centímetros al menos, por eso no podían trabajar. Pero lo más impresionante es que una viejita dejada en el mundo de hielo, que tenía poderes y dormía fatal por la noche, como no existía todavía el Transxilium se dedica a meditar y a enviar sus rezos a través de la distancia. Todo ello creó un bizcocho complicado de tragar, donde lo único bueno es ver los diferentes paisajes recreados. Para ser un perfecto bodrio sólo faltó en el increible desenlace que hubiésemos descubierto que detrás de todo estaba una familia de Aliens.
Lo Mejor: Los Mamuts, los veleros, los paisajes, Las pirámides.
Lo peor: El guión falto de credibilidad.