El comienzo es esperanzador. Una diligencia llega al poblado de Palomito y vemos la liga antialcohólica de mujeres, los niños jugando en la calle, las putas asomadas al balcón ... ¡Bien empezamos!
Escena del rancho, el chaval que va a desfogarse con una señorita del saloon. Y entonces aparece el malo, Wallace (Madsen), para llevársela por las bravas. Cruce de miradas y de disparos de los que muere la chica.
Lo demás remordimientos, milagrosas curaciones chiricahuas, culebras y águilas, conversaciones en lengua indígena ... ¡Se fastidió la cosa!
El chico ha crecido y ahora es ya Mike Blueberry (Cassel), ayudante del sheriff que tontea con María Wallace (Lewis), la hija del cacique local. De pronto aparece un geólogo prusiano con un viejo cartulario, el plano de un gran tesoro que hay en territorio indio. Por supuesto, también acude el malvado Wally. Todos "En busca del tesoro".
Muertos, heridos y curaciones milagrosas de los indios que usan toda suerte de productos alucinógenos que originan en la mente un torrente de imágenes psicodélicas con culebrillas que se enroscan, subidas, bajadas y lucecitas. Muchas lucecitas doradas mientras suenan de fondo toda clase de borborigmos intestinales. Flatulencias, muy propias del caso.
Final zorrillesco que puede verse en spoiler.
Y eso es todo. Una solemne mamarrachada en absoluto recomendable.