Valga de entradilla este chusco pareado del título, que se basa en la descripción que la prensa de Seymour hace del bueno de James Barlow (Scott), ahora enrolado como detective de la Agencia Peterson para acabar con la banda de los hermanos Reno.
En efecto, Frank, John, Simeón y William Reno que procedían de Rockford en las inmediaciones de Seymour (Indiana), fueron pioneros en los robos de trenes de EEUU durante y justo después de la guerra de Secesión. En la cinta aparecen conchabados con las principales autoridades locales (sheriff, juez e interventor), ante el escándalo de una ciudadanía acobardaba que los votaba en las elecciones, cuando las mujeres tenían todavía prohibido participar en los comicios.
La historia es bastante rutinaria, el agente Barlow se introduce en la banda para desbaratar los planes de un gran robo que sirve para capturar a los delincuentes. El color (sobre todo en las escenas nocturnas) y el sonido son bastante deficientes, los bandidos hacen sus robos enmascarados cuando todos en el condado de Lawrence los conocen perfectamente, sobra también el discurso moralista que pronuncia hacia el final el aspirante a sheriff, sobre todo teniendo en cuenta que no podrá evitar el linchamiento de los tres Reno supervivientes (en la historia real colgaron a los diez de la banda capturados, sin practicar luego ninguna detención y ante el escándalo de todo el periodismo mundial).
Sin embargo hay algunas escenas muy interesantes. Sobre todo la tensión en el frustrado robo inicial cuando en el pueblo esperan prevenidos para capturarlos, momento de gran dramatismo. También el enfrentamiento entre los propios hermanos Reno que nos permite apreciar las diferencias de sus caracteres y, sobre todo, ver que dos de ellos habían elegido el buen camino, Clim y la bella Laury Reno (Powers).
Esta última, enamorada de Barlow, le espetará decepcionada: "Los Reno al menos no dicen ser lo que no son". Película, de todas formas, bastante interesante.