Dice Godard que toda película debe tener introducción, nudo y desenlace, aunque no necesariamente por ese orden.
En "Pierrot" no hemos encontrado nada de eso, solo una sucesión de extravagancias, pedantería intelectual, chorradas presuntamente estéticas y el típico antiamericanismo de los 60.
Durante un buen rato, hacia la mitad de la cinta, Marianne (Karina) se dedica a declamar patéticamente "¿Qué puedo hacer, no se qué hacer?" Pues bien, eso mismo nos estábamos preguntando nosotros entonces.
Y eso que la peña se declara abiertamente admiradora del western. No sabemos bien por qué.
Suerte que por lo menos el color y la fotografía son resultones. Lo mismo que Belmondo.
La Nouvelle vague ya sabemos de qué va, no es que lo ignoráramos, pero este Pierrot resulta patético aun en su afán novedoso y rompedor.
Los experimentos, con gaseosa.