Bastantes años más tarde de la inolvidable época de Charlot, Charles Chaplin nos ofrece una historia diferente pero hasta cierto punto. A pesar de que se incluya mucho diálogo y se despoje de la clásica vestimenta del vagabundo, nos ofrece simpáticos guiños a ese pasado. Así, se agradecen algunas frases y especialmente una escena en la que el protagonista Calvero realiza una actuación teatral siguiendo una estética claramente inspirada en el eterno Charlot.

El trasunto de la obra es fundamentalmente dramática con algunos pequeños tintes de humor, en el que se contraponen las vidas de una muchacha y un señor mayor que se ayudan mutuamente en sus respectivas carreras del espectáculo. Una relación de amistad tierna y especial. Ella, bailarina, se encontraba desesperada e intenta suicidarse. Él, actor teatral cómico (payaso), la rescata y trata de imprimirle el optimismo y esperanza que la chica cree haber perdido. Empleando para ello unos discursos de motivación que no tienen desperdicio. Sin embargo, mientras que la muchacha progresa y va recuperando las ganas e ilusión los objetivos profesionales de Calvero parecen estancarse.

Candilejas es una historia que promueve el espíritu de la superación y autoconfianza, así como la amistad. Al mismo tiempo que da a entender que todos tienen su época y que las viejas glorias deben ser sucedidas por jóvenes y grandes promesas. Y casi puede entenderse como premonitaria, puesto que esta obra fue la que lanzó al estrellato a Claire Bloom que realiza una magnífica interpretación. Chaplin ya no volvería a tener más éxitos reseñables y para colmo esta gran película no pudo ser estrenada en EEUU hasta 20 años después de su rodaje.