Tal y como ya escribí en la crítica de Winter Sleep (2014), la última película del director turco hasta la fecha, a partir de ese momento me propuse realizarle un ciclo y repaso a todas las obras de este director único de la contemporaneidad, que nos recuerda a reconocidos cineastas como Tarkovsky, Bergman o Dreyer.

En esta ópera prima, Ceylan ya empezó a mostrarnos sus rasgos característicos, tanto en lo formal; planos fijos, uso del sonido y del fuera de campo y la naturalidad de los actores; como en la temática; el análisis humano desde la cotidianeidad, la soledad, la violencia innata en nuestro interior o la relación con la naturaleza.

Algún rasgo está más utilizado que otro, aquí en particular destaca la impresionante naturalidad de los protagonistas (unos galardonados Emin Toprak y Muzaffer Özdemir) y en el análisis humano destaca la relación entre éstos dos personajes perdidos y fracasados además de esa sensación de soledad imperante en toda la filmografía de Ceylan y una ciudad como Estambul convirtiéndose en un personaje más.

Un notable debut con el que Ceylan se presentó al mundo cinematográfico y empezó a marcar su personal estilo que ha ido profundizando en sus cuatro películas siguientes.