Leo presenta unos escritos y una novela por consejo de su amiga en el diario El País, para paliar la angustia de no estar con Paco, su marido militar que es un oficial de rango y está en otro país europeo. En esa entrevista con el editor del diario que puso ya sobre ella su tercer ojo le deja bien claro cuál es su línea de inspiración en contraposición con la literatura rosa que no se ocupa lo más mínimo de los sentimientos, y donde no hay dolor ni desgarro, solo rutina, autoindulgencia y sentimentalismo, así lo describe Leo. Esa es la Leo auténtica, y dicho sea de paso ella misma escribe bajo un seudónimo novelas rosas para ganarse la vida, pero que cada vez le cuesta más hacerlo, sencillamente porque ya no lo siente así. Como es de prever su marido vuelve y termina con la relación, tal vez algo soso el rol de Imanol Arias, creo que fue hecho así para destacar la colosal interpretación de Paredes, el sórdido Bar donde bebe, escucha la música de Chavela y sale a la calle consternada mezclándose con un grupo de manifestantes estudiantes de medicina en una excelente compaginación donde se choca con su nuevo amigo y prácticamente desfallece. El rol de la madre en manos de una entrañable Chus Lampreave, que camino a su pueblo natal recita la poesía que le sacó al pueblo La Aldea, poniéndole un toque de ternura que sencillamente era necesario en una secuencia maravillosamente dulce. Los hechos se van sucediendo y Leo comienza a reacer una vida nueva, y con la esperanza siempre vigente. La paleta de colores en cada secuencia digna del más experimentado esteticista. Siempre admire el cine de Almodóvar, pero desde que vi esta película lo admiro un poquito más. A destacar la secuencia inicial del rol playing de los equipos de trasplante de órganos de los que España es país líder, pero que sirve para adentrarnos en la irrealidad que Leo vivía en relación a la situación de su matrimonio