Una gilipollez máxima, acorde con los tiempos que vivimos. La niña que hace de policía es muy patética, pero muy patética; al poco de morir su madre mantiene una charla delirante con el de las abejas, como si estuviese en una pastelería zampándose una par de bollos rellenos de mantequilla, cosa que imagino hará con frecuencia.

Lo que más me ha gustado, por lo cómico de las situaciones, son los payasos que hacen de malos, en especial el chico de la sala de llamadas, el que realiza el timo al principio, protagonizado por un tipo que, la verdad, sabe cómo dar mucho asco. Creo que todos hemos conocido en la vida real idiotas muy parecidos que, desafortunadamente, no se topan con nuestro 'beekeeper' favorito. Debería haber un 'beekeeper' por ahí que se dedicara a tirar por los puentes a estos personajes.

Y en fin, nada más puedo contar de esta mierda, pues en un momento dado me quedé profundamente dormido, y cuando desperté ya no tenía ganas de seguir con el tema. Pero me atrevo a decir con rotundidad, querido lector, que la peli no mejoró ni de coña.