Tim Burton crea una película que, en realidad, no ofrece nada que no ofreciera ya antes su cortometraje. Estamos ante un Tim Burton más inspirado que en Dark Shadows, pero todavía algo lejos del Burton que tanto me gustaba hace años.

Frankenweenie es divertida, y tiene la esencia que Burton plasma ya con tanto descaro, pero es imposible evitar pensar que todo lo añadido es prácticamente paja en un cortometraje que ya tenía su espina dorsal demasiado definida. Burton la modifica a su antojo, y el resultado es bueno, pero acaba haciéndose una película demasiado larga como para llegar a encandilar. Es sin duda lo mejor de Burton en su última etapa, pero también emana ese tufillo a refrito que va en su contra.

También llama la atención la animación, que tiene momentos algo desconcertantes. Sin embargo, el aspecto visual queda aprobado con ese mini homenaje a Eduardo Manostijeras (que ya era un mini homenaje a Frankenstein). Lo que queda claro es que al contrario de lo que pudo pasar con Alicia en el País de las Maravillas Frankenweenie es una película que Burton se hace para sí mismo, y no para el público. Seguro que el propio Burton es lo suficientemente inteligente para darse cuenta de que cuando el director obra de esta manera, todos quedamos contentos.