El primer live action de Death Note tenía la casi imposible tarea de plasmar todas las sensaciones que la serie anime despierta, misión que en ningún momento consigue.
La eleccion de los personajes ya es muy desafortunada, mostrando un Yagami Light totalmente desafortunado en su elección, interpretado por Tatsuya Fujiwara. En ningún momento se identifica con el inteligente, frio, egocéntrico, calculador, ambicioso y serio Yagami Light que podemos encontrar en la serie de animación. El shinigami Ryuk tampoco tiene excesivas coincidencias omitiendo muchos aspectos de su psicología que si podíamos ver en la serie de animación y que le daban gran personalidad. Nada de esto se transmite en la película.
Para sorpresa, el único que quizá se salva de todo este inadecuado reparto es L, el personaje que en un principio parecía más difícil de transportar a la realidad y que, si bien no es el mejor L posible tampoco es el peor, cosa que si que ocurre en el caso de Light.

La ausencia de una banda sonora a la altura del anime, el ritmo flojo durante toda la película en contraste con el vertiginoso que tiene la serie de animación y el ya mencionado fracasado reparto no consiguen compensar los interesantes cambios argumentales propuestos con respecto al anime.