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davilochi rating:
10
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- es
January 13, 2012
8 of 10 users found this review helpful
Eslovaquia siempre fue la parte olvidada del combinado checoslovaco, no sólo en lo político-económico, sino también en lo cultural, dentro de lo cual se encuentra el cine. Precisamente por eso, esta obra maestra de Juraj Jakubisko es doblemente interesante a la par que sorprendente.
Estamos, sin lugar a dudas, ante una mirada retrospectiva y romántica sobre "el mundo de ayer", parafraseando al escritor Stefan Zweig, gran nostálgico y último representante vivo -hasta su trágico suicidio en un exilio que en lo emocional duraba ya muchos años- del mundo que se fue para no volver. No obstante, otros han recogido el testigo de la nostalgia y el sueño; otros lo suficientemente jóvenes como para no haber vivido los tiempos en que el Imperio austro-húngaro hacía de la Mitteleuropa un totum que, todo sea dicho, en el último siglo fue llevada al borde la extinción. Juraj Jakubisko, todo un descubrimiento para mí, es uno entre los muchos -cada vez más- que reivindicaron y reivindican la conservación de la memoria o, si lo preferimos, la conciencia del pasado. Estoy seguro que una película como ésta ha servido de inspiración a otros reivindicadores del legado de la Mitteleuropa como Andrzej Stasiuk o Yuri Andrujovich, de hecho no está de más apuntar que la obra de Jakubisko fue un fenómeno de masas en la Eslovaquia de los años 80, llenando los cines durante semanas.
No se puede negar el paralelismo que establece el director entre las abejas y las personas, más concretamente los eslovacos. No deja de ser curioso que una de las cosas que hizo, hace y hará imposible el sueño de convivencia pacífica e intercambio cultural son las reivindicaciones nacionalistas, no obstante hay que entender el mensaje de la película en su contexto. "Tisicrocna vcela" supuso una llamada en positivo al imaginario colectivo de los eslovacos, un grito cuyo objetivo era despertar la conciencia dormida de un pueblo en un momento particularmente difícil para éste, con una dictadura comunista checoslovaca que perseguía y reprimía de forma implacable toda reivindicación de las particularidades eslovacas. El hecho de que un film como éste pudiera ver la luz se debe más al tono alegórico, inocente y onírico con que son presentados sus pasajes más potencialmente polémicos.
Sea como fuere, el director es suficientemente explícito cuando afirma al comienzo de la película que cuando "una abeja muere otra ocupa su lugar", de modo que así se produce la regeneración constante del cuerpo de la patria y, con ello, de su lengua y tradiciones. Así pues, "la colmena siempre vive", pues es una obra común de todos y cada uno de sus hijos.
Estamos, sin lugar a dudas, ante una mirada retrospectiva y romántica sobre "el mundo de ayer", parafraseando al escritor Stefan Zweig, gran nostálgico y último representante vivo -hasta su trágico suicidio en un exilio que en lo emocional duraba ya muchos años- del mundo que se fue para no volver. No obstante, otros han recogido el testigo de la nostalgia y el sueño; otros lo suficientemente jóvenes como para no haber vivido los tiempos en que el Imperio austro-húngaro hacía de la Mitteleuropa un totum que, todo sea dicho, en el último siglo fue llevada al borde la extinción. Juraj Jakubisko, todo un descubrimiento para mí, es uno entre los muchos -cada vez más- que reivindicaron y reivindican la conservación de la memoria o, si lo preferimos, la conciencia del pasado. Estoy seguro que una película como ésta ha servido de inspiración a otros reivindicadores del legado de la Mitteleuropa como Andrzej Stasiuk o Yuri Andrujovich, de hecho no está de más apuntar que la obra de Jakubisko fue un fenómeno de masas en la Eslovaquia de los años 80, llenando los cines durante semanas.
No se puede negar el paralelismo que establece el director entre las abejas y las personas, más concretamente los eslovacos. No deja de ser curioso que una de las cosas que hizo, hace y hará imposible el sueño de convivencia pacífica e intercambio cultural son las reivindicaciones nacionalistas, no obstante hay que entender el mensaje de la película en su contexto. "Tisicrocna vcela" supuso una llamada en positivo al imaginario colectivo de los eslovacos, un grito cuyo objetivo era despertar la conciencia dormida de un pueblo en un momento particularmente difícil para éste, con una dictadura comunista checoslovaca que perseguía y reprimía de forma implacable toda reivindicación de las particularidades eslovacas. El hecho de que un film como éste pudiera ver la luz se debe más al tono alegórico, inocente y onírico con que son presentados sus pasajes más potencialmente polémicos.
Sea como fuere, el director es suficientemente explícito cuando afirma al comienzo de la película que cuando "una abeja muere otra ocupa su lugar", de modo que así se produce la regeneración constante del cuerpo de la patria y, con ello, de su lengua y tradiciones. Así pues, "la colmena siempre vive", pues es una obra común de todos y cada uno de sus hijos.
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De hecho, no puede ser casual que el título de la película pueda traducirse por "La abeja milenaria", toda una declaración de intenciones respecto a la antigüedad de la nación eslovaca (toda nación busca su legitimidad en la reivindicación de haber existido siempre). No obstante, la metáfora de las abejas y la misma colmena puede ser llevada mucho más allá, pues nos mete de lleno en el problema de la explotación y de la libertad de los hombres, ya que éstas producen miel para otros, así que, quizás, plantea la paradoja de que el nacionalismo -en el caso concreto que nos ocupa, aunque se puede extender a otro tipo de planteamientos políticos llevados a la práctica- ofrece una falsa sensación de libertad, lo cual no impide que el director lo reivindique bajo ciertas formas y con determinados propósitos. En cualquier caso, hay que ser muy cauto cuando uno se acerca a creaciones culturales de esta época, si bien, lo maravilloso del arte son las múltiples reacciones que suscita.
Así pues, nos encontramos con una película que se centra fundamentalmente en el periodo fin-de-siecle que tan magistralmente analizó Schorske en su estudio centrado en la Viena de la época, concluyendo que fue un momento de ruptura que anticipaba los traumáticos cambios del siglo XX. Algo de esto se ve en la película. No obstante, en el caso de Jakubisko la película desciende a la realidad de una pequeña aldea eslovaca que parece abrirse por primera vez al mundo. De hecho, es apasionante ver cómo el director refleja el modo en que los hombres y mujeres de aquellos tiempos tomaron conciencia de su lugar en la inmensidad del globo terraqueo, pero, al mismo tiempo, es sorprendente ver esa confianza en que el mundo estaba al alcance de la mano (los mapas, las constantes referencias a un lejano y mítico Madagascar que, no obstante, era real y simultáneo a la existencia de ese pequeño pueblo eslovaco situado en mitad de los Cárpatos).
Sí, son tiempos de grandes esperanzas que, no obstante, van a traer consigo brutales dosis de realidad. Aquellos eran años en que la bicefalia de la corona austrohúngara había puesto bajo el reino de Hungría los territorios eslovacos, con los consiguientes procesos de magiarización (algo que provocaría intensos conflictos en pleno despertar de los nacionalismos a nivel continental, como vemos en el enfrentamiento entre los habitantes del pueblo y el pequeño eslovaco magiarizado). También hay lugar para los extintos judíos de la Mitteleuropa y su compleja relación con los gentiles, de los cuales Imre Kertész vendría a ser uno de los últimos representantes. El amor y el desamor (con la consiguiente relajación de las costumbres), la convivencia entre el catolicismo, la superstición y los descreídos. Todo este mundo comenzó a venirse abajo en agosto de 1914, y desde entonces pasó a ser "el mundo de ayer", pero esa ya es otra historia.
Así pues, nos encontramos con una película que se centra fundamentalmente en el periodo fin-de-siecle que tan magistralmente analizó Schorske en su estudio centrado en la Viena de la época, concluyendo que fue un momento de ruptura que anticipaba los traumáticos cambios del siglo XX. Algo de esto se ve en la película. No obstante, en el caso de Jakubisko la película desciende a la realidad de una pequeña aldea eslovaca que parece abrirse por primera vez al mundo. De hecho, es apasionante ver cómo el director refleja el modo en que los hombres y mujeres de aquellos tiempos tomaron conciencia de su lugar en la inmensidad del globo terraqueo, pero, al mismo tiempo, es sorprendente ver esa confianza en que el mundo estaba al alcance de la mano (los mapas, las constantes referencias a un lejano y mítico Madagascar que, no obstante, era real y simultáneo a la existencia de ese pequeño pueblo eslovaco situado en mitad de los Cárpatos).
Sí, son tiempos de grandes esperanzas que, no obstante, van a traer consigo brutales dosis de realidad. Aquellos eran años en que la bicefalia de la corona austrohúngara había puesto bajo el reino de Hungría los territorios eslovacos, con los consiguientes procesos de magiarización (algo que provocaría intensos conflictos en pleno despertar de los nacionalismos a nivel continental, como vemos en el enfrentamiento entre los habitantes del pueblo y el pequeño eslovaco magiarizado). También hay lugar para los extintos judíos de la Mitteleuropa y su compleja relación con los gentiles, de los cuales Imre Kertész vendría a ser uno de los últimos representantes. El amor y el desamor (con la consiguiente relajación de las costumbres), la convivencia entre el catolicismo, la superstición y los descreídos. Todo este mundo comenzó a venirse abajo en agosto de 1914, y desde entonces pasó a ser "el mundo de ayer", pero esa ya es otra historia.