Sirva este texto para dar homenaje a un actor tan menospreciado como Christopher Reeve, que situó un personaje de cómic en una dimensión espectacular, tan grandiosa, que todo el mundo, cuando piensa en Superman, lo imagina con la cara del tristemente desaparecido actor. Recordemos que Reeve interpretaba con igual soltura y destreza A DOS PERSONAJES A LA VEZ, el torpe Clark Kent, un torrente de comicidad totalmente cómplice con el espectador; y el superhombre de acero, seguro, atractivo, glamouroso y sabio como ninguno. Ni Tom Welling en “Smallville” – a pesar de que considero esta serie un producto muy aceptable e interesante - o mucho menos, el actor de la nefasta “Superman returns” es capaz de hacer sombra en los talones a Reeve.

El personaje Lex Luthor de Gene Hackman también despierta controversias, sobre todo tras la comparación inevitable con el joven Lex de Smallville, interpretado de manera sabia por Michael Rosenbaum. Dejo a gusto del consumidor elegir entre el simpático fantoche megalómano que nos regala Hackman - ¡la mente criminal más grande de nuestro tiempo! - y el dual joven Luthor de la serie Smallville, todavía un mar de dudas entre el bien y el mal. Yo, desde luego, me quedo con Hackman y su retahíla interminable de chascarrillos y chistes, burlándose de todo y de todos, sobre todo de su pobre ayudante Otis (espléndido Ned Beatty) y de su concubina Mrs. Desmeakker (una fabulosa Valerie Perrine).

Secundarios de lujo como Glenn Ford (dos intervenciones suyas soberbias), un genial Jackie Cooper como el histérico director del Daily Planet y Marlon Brando, con su archimillonario papel de Jor-El, padre de Supermán, completan convenientemente una de las mejores adaptaciones de la historia de un personaje de cómic a la pantalla grande. Un único pero: los efectos especiales del vuelo de Supermán han quedado completamente desfasados, pero esto se puede perdonar ante tal dechado de virtudes que tiene la película, aderezada por el siempre inspirado John Williams, un genio capaz de crear melodías para la posteridad por encargo. Dosis de humor a raudales, juegos de palabras de todos los protagonistas y detallitos de todo tipo completan esta exquisita superproducción.

(Sigue en spoiler)