No tengo mucho que añadir a cuanto ya se ha dicho sobre esta película indiscutiblemente grande. Sólo quiero apuntar cómo, yendo de menos a más, como alguien ha apuntado ya aquí, “La gran ilusión” pasa de ser una entretenida película de escapismos carcelarios, que pasaría como ilustrísimo precedente de títulos como “La fuga de Alcatraz” o “Cadena perpetua”, a una reflexión madura y honda sobre el respeto al contrario en la contienda, no tanto antibélica cuanto profundamente humanista, y de aquí finalmente a una tercera parte en la que prevalece el sentimiento íntimo y la ternura como colofón emocionante y emotivo de una obra que compendia de forma magistral la magia del Séptimo Arte.