Esta triste historia comienza con la derrota del general Custer en la batalla de Little Big Horn a manos de los Sioux y, a través del relato conducido por un médico educado por los blancos, culmina con la masacre de Wounded Knee, acaecida el 29 de diciembre de 1890 y en la cual, el 7º Regimiento de Caballería al mando del mayor Samuel Whitside, asesinó dependiendo de qué fuentes lo cuente, entre 150 y 300 nativos, incluyendo mujeres, niños y ancianos en un último pero claro gesto de exterminio del indio norteamericano a manos de los colonizadores.

El lugar, situado en la reserva de Pine Ridge, dentro del Estado de Dakota del Sur, está declarado Hito Histórico Nacional y en el encuentro también fallecieron 25 soldados, otros 39 resultaron heridos y algunos, los que más nativos mataron, fueron galardonados con la Medalla de Honor, lo que ha sido reprobado en el Congreso Nacional de Indios Norteamericanos en 2001 que han pedido al gobierno estadounidense que las rescindiera.

Cuando una civilización fagocita a otra impone a esta su lengua, religión e intendencia para justificar la apropiación de sus riquezas, y de ello los ejemplos abundan porque la historia siempre nos llega narrada por los vencedores.

Pero como afirmaba el poeta y filósofo español Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana: “Quién olvida su historia esta condenado a repetirla” y como lamentablemente las cientos de películas de indios y soldados que la industria del cine nos impuso alimentando nuestro imaginario con una versión que favorecía lo establecido, bueno está se ponga a nuestra disposición este tipo films que intentan aproximarnos a otra verdad.