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Paco Ortega rating:
9
Drama An ambitious woman takes on her corrupt brothers and honest husband in her drive for wealth. In the deep South at the turn of the 20th century, shrewish Regina Giddens readies her household in anticipation of a dinner to honor William Marshall, a wealthy Chicago industrialist who is thinking of building a cotton mill in their small town. Gathered at the table to honor Marshall are Regina's sweet young daughter Alexandra, her greedy ... [+]
Language of the review:
  • es
February 3, 2009
13 of 13 users found this review helpful
Extraordinaria película de William Wyller que consolida con ella no solo un equipo de producción, sino la relación artística entre éste y Bette Davis, después de haber protagonizado dos magníficas: “Jezabel” (1938), con la que ganó un Oscar, y “La carta” (1940), por la que estuvo nominada. En este caso, el estupendo guión de Lillian Helmann estaba inspirado en su propia obra teatral “The little foxes”, de enorme éxito en los escenarios de Broadway. De hecho, el reparto estaba lleno de actores y actrices que habían encarnado papeles significativos en la versión escénica.

El texto es una maravilla. Se sustenta en unos personajes de honda significación sicológica, arquetipos, a su vez, tanto de la codicia y la ambición desmedida, como de la generosidad y la tolerancia. Ni el guionista ni el director podían imaginarse que estaban creando el precedente y la referencia de series televisivas posteriores cuyos protagonistas eran miembros de familias adineradas que todavía querían tener más dinero. Mucho menos de lo que la realidad de comienzos de este siglo nos ha hecho conocer como los grandes culpables de una crisis económica contra la que todos los gobiernos del mundo luchan con todas sus fuerzas. Personas sin escrúpulos, capitalistas que han llevado a la quiebra a sus propias empresas y a sus propios bancos por excederse en sus pretensiones de enriquecimiento.

La factura formal de la película es extraordinaria. Lo es la fotografía en general, y lo son algunos momentos memorables, como la escena de la muerte del marido del personaje protagonista. La tensión se percibe en el ambiente. Las miradas, los encuadres, la gestualidad de los actores componen un puzzle lleno de belleza y perfección.

Una vez más, Bette Davis está soberbia. No es nada fácil su personaje, un personaje que ella, por cierto, rechazó en un primer momento. Pero en él aplica todo su talento interpretativo y su experiencia, toda su capacidad para transformarse, para ser brutal y persuasiva a la vez. Wyller la dirige como nadie y extrae de ella lo mejor de sí misma, algo que reconoció al final de su carrera. En esta ocasión vuelve a coincidir con Herbert Marshall, que está magnífico también. Su trabajo le valió para ser nuevamente nominada al Oscar. Teresa Wright, en el papel de hija inconformista y lúcida, también fue nominada con todo merecimiento.

Es cine de alto nivel.
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Paco Ortega
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