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Carla road60b rating:
8
7.1
34,574
Thriller. Drama
The economic crisis, the 15-M movement and the pilgrims awaiting the arrival of the Pope, all coexist in a Madrid that’s hotter and more chaotic than ever. Inspectors Velarde and Alfaro must find what appears to be a serial killer, as soon as possible and with the utmost confidentiality. This hunt against the clock will make them realize something they’d never thought about: neither one of them is that different from the killer.
Language of the review:
- es
July 25, 2017
6 of 9 users found this review helpful
Rodrigo Sorogoyen ha construido una historia que atrapa por la brutalidad de los personajes, sus múltiples carencias, sus emociones y el peso de sus decisiones. ¿Cómo actuarías si tuvieras delante de ti aquello que buscas tan desesperadamente? ¿Y si te dieras cuenta de que tu presunto enemigo no es tan distinto a ti? Que Dios nos Perdone es mucho más que un thriller policiaco, de hecho no es tan diferente de Stockholm.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
Parte de una premisa sencilla y la destroza para llevársela al terreno más emocional y humano. Nos obliga a leer entre líneas en cada diálogo, a fijarnos en los detalles, a entender a los personajes. Es que técnicamente es intachable. El guión de base está tan bien trabajado que podemos cortar con un cuchillo lo que es presentación, desarrollo/acción y desenlace. Creedme cuando os digo que cada vez tengo más claro que no es sencillo, cientos de películas lo demuestran.
Los protagonistas juegan con un doble rasero que los hace muy empáticos, a fin de cuentas todo se reduce a taras. Por un lado tienen un fondo muy noble, el amor por la familia, la soledad interior, el rechazo…pero tienen la misma capacidad de dar miedo. Y todo ello se ve y se siente a través de la pantalla porque las actuaciones son de libro. Nadie puede negar la complicidad entre el dúo de policías. Se ve que a Antonio de la Torre le pagan más por actuar que por hablar. Ahora bien, sin menospreciar ni su papel ni su actuación, que son impecables y extraordinarias; he de decir que Roberto Álamo está deslumbrante. Posee esa brutalidad indiscutible, corporal, física, emocional, pero con una mirada que dice todo lo contrario. Eso es justo lo que significa Que Dios nos Perdone y lo que la hace tan indiscutiblemente suya.
Tanto estructura, como fotografía, y sobretodo montaje, son arriesgados. Hay planos muy equilibrados y geométricos, utiliza a su favor un escenario tan común como es el portal y las escaleras de un edificio. Esa componente costumbrista crea un pavor subconsciente, da relieve y hace que la historia sea palpable. Ruy juega con la mente, muestra y esconde, no da nada masticado y es ésto lo que la convierte en una película tan subversiva.
Lo que da sentido al conjunto, y lo demuestra la secuencia de la persecución, es el sonido. Imágenes reales del papa, empieza a subir la música, más imágenes, subida muy punky. Roberto Álamo sale del portal y queda cegado por el sol, otro cambio. Corre y se sube a una furgoneta, la música se va de un lado a otro, el ambiente se fusiona creando una jodida sensación de mareo mientras la música sigue siendo protagonista, más subidón en el metro, y bajón en seco a la secuencia siguiente en el despacho. Eso es tener estilo.
Hay que tener mucha clase para coger la música y llevártela por donde te de la real gana para crear una sensación tan psicológica, tan sensorial. No es nada gratuita ni efectista. Todo el sonido está trabajado con elegancia, busca transmitir, crear una atmósfera y sensaciones reales. Desdibuja lo diegético de lo extradiegético. Lleva esta experiencia a una esfera personal e intangible.
Los protagonistas juegan con un doble rasero que los hace muy empáticos, a fin de cuentas todo se reduce a taras. Por un lado tienen un fondo muy noble, el amor por la familia, la soledad interior, el rechazo…pero tienen la misma capacidad de dar miedo. Y todo ello se ve y se siente a través de la pantalla porque las actuaciones son de libro. Nadie puede negar la complicidad entre el dúo de policías. Se ve que a Antonio de la Torre le pagan más por actuar que por hablar. Ahora bien, sin menospreciar ni su papel ni su actuación, que son impecables y extraordinarias; he de decir que Roberto Álamo está deslumbrante. Posee esa brutalidad indiscutible, corporal, física, emocional, pero con una mirada que dice todo lo contrario. Eso es justo lo que significa Que Dios nos Perdone y lo que la hace tan indiscutiblemente suya.
Tanto estructura, como fotografía, y sobretodo montaje, son arriesgados. Hay planos muy equilibrados y geométricos, utiliza a su favor un escenario tan común como es el portal y las escaleras de un edificio. Esa componente costumbrista crea un pavor subconsciente, da relieve y hace que la historia sea palpable. Ruy juega con la mente, muestra y esconde, no da nada masticado y es ésto lo que la convierte en una película tan subversiva.
Lo que da sentido al conjunto, y lo demuestra la secuencia de la persecución, es el sonido. Imágenes reales del papa, empieza a subir la música, más imágenes, subida muy punky. Roberto Álamo sale del portal y queda cegado por el sol, otro cambio. Corre y se sube a una furgoneta, la música se va de un lado a otro, el ambiente se fusiona creando una jodida sensación de mareo mientras la música sigue siendo protagonista, más subidón en el metro, y bajón en seco a la secuencia siguiente en el despacho. Eso es tener estilo.
Hay que tener mucha clase para coger la música y llevártela por donde te de la real gana para crear una sensación tan psicológica, tan sensorial. No es nada gratuita ni efectista. Todo el sonido está trabajado con elegancia, busca transmitir, crear una atmósfera y sensaciones reales. Desdibuja lo diegético de lo extradiegético. Lleva esta experiencia a una esfera personal e intangible.