A pesar de que la sinopsis recuerda bastante a los telefilms de fin de semana, decidí darle una oportunidad. Cometí un grave error. No hay casi nada salvable en La casa de Rosewood Lane, pero la analizaré más detenidamente.

Para empezar, resulta innegable que durante buena parte del metraje, el ritmo es demasiado pausado y los tópicos se repiten hasta hartar. Aun así, tanto en el comienzo como a lo largo del desarrollo logra, al menos, entretener.

No sucede lo mismo al llegar el desenlace, el cual destruye todo lo anterior y nos ofrece unos de los finales con menos lógica de la historia del cine. Si no fuera por este, mi calificación personal sería muy distinta.

Por otro lado, la figura del serial killer roza lo patético: un adolescente repartidor de periódicos. ¿A quién podría producir terror? Además, como si fuera poco, el director opta por otorgarle un tinte sobrenatural, quitando así realismo al film.

Otros puntos negativos serían la banda sonora, que desborda cutrez, y las interpretaciones, debido a que casi ninguna alcanza lo mínimamente aceptable (Excepto Ray Wise). Es una lástima que McGowan esté más interesada en disimular las arrugas que en interpretar apropiadamente. ¡Cuánto daño ha hecho el botox!

Entre las escasas virtudes que he podido encontrar en La casa de Rosewood Lane, resaltaría la correcta ambientación, ciertos sustos y alguna muerte*.

En resumen, La casa de Rosewood Lane es un auténtico desastre. Sólo recomendable para los fans de la actriz protagonista.

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