Zohan es una película que hay que ver en el momento apropiado. Dos cervezas, un grupo de amigos, algo de picar, el volumen alto para que nos dejen escuchar los chistes... y empezar a partirnos cuando Adam Sandler aparezca en pantalla con la pinta del hermano gay de Chuck Norris.
La primera escena, nos dice todo lo que necesitamos saber a cerca del tipo de humor que tendremos, bromas de tipo sexual, parodias del cine de acción, escatología y gamberrada. Y con estas cosas sucede que entras o no entras. Un día te mueres de la risa, otro día maldices incluso al "boy script" (que creo que viene a ser el chico que trae los cafés) de los títulos de crédito.
El argumento es una tontería bien intencionada (bien intencionada en la resolución, porque antes sirve para hacer un sin fin de chistes xenófobos y políticamente incorrectos a costa de los dos lados del conflicto palestino-israelí). Y precisamente lo peor del film es la resolución, estupidez mal resuelta, desbocada y sonrojante. La suerte es que, hasta llegar a ese final, si has entrado en las bromas te has reido en un puñado de ocasiones. Claro, que si fuiste al cine la semana antes del estreno y te pusieron el trailer... te pudiste haber ahorrado una entrada.