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Austria Austria · Ciudadano del mundo
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10
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  • es
February 28, 2009
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Pese a que no soy dado a la revisión artística, ya he perdido la cuenta de las veces que he visto, desde su estreno, esta segunda película de Aranoa. Si os soy sincero, tampoco sabría daros una explicación precisa del por qué caigo periódicamente en las esquinas y miserias de este “Barrio” madrileño. Quizás repito visionados porque veo, entre secuencia y secuencia, un símbolo tan perfecto como imperecedero de la generación que me es propia. Cualquiera que fuese adolescente en el 98 y compartiese un contexto socioeconómico similar al de los personajes (clase media –baja española), desarrolla un proceso irrefutable de empatía (perturbador por momentos) al palpar en cada fotograma parte de la vida sensible que forman sus recuerdos. Sin duda, estamos hablando de la mejor obra que representa, con verosimilitud y prolijidad, la versión juvenil de la España profunda.
Entre sus muchos aciertos, Barrio cuenta con un plantel interpretativo ideal para satisfacer el objetivo realista. En esta película no cabían jóvenes actores profesionales que invirtiesen la mitad de sus energías en quitarse el Armani, para introducirse de ocho a cinco el disfraz de marginal. En este caso, como en los lugareños del Stromboli de Rossellini, no hay mejor representación de una coyuntura histórica que la de los protagonistas de la misma.
A estos neófitos se les puso entre las manos unos de los guiones más brillantes de la década, puesto que supo conjugar, sin costuras apreciables, la transmisión de un momento sociológico y el desarrollo de una serie de tramas humanas con tinte trasgicómico, pero sin añadir un eco excesivo a la evidente denuncia que leemos entre líneas.
El valor de este film de León de Aranoa se engrandece, más si cabe, con la inevitable comparativa de su cine con el de sus coetáneos, demasiado preocupados por la distorsión de la denuncia social, para percatarse de la ventaja y elegancia que supone la sutilidad en la transmisión dentro del arte.
“Barrio” ha superado la barrera de mi gusto adolescente y se mantiene, once años después, en la lógica genialidad de una de mis películas preferidas. Cada vez que la veo, descubro nuevos detalles que me habían pasado desapercibidos, lo que acredita una complejidad indiscutible en las reflexiones que se desprenden de la obra.
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