La introducción, con la magnífica canción de Bruce Springsteen te mete de lleno en una de las mejores películas que haya visto y con interpretaciones rozando la perfección (si es que existe).
El tiempo pasa volando, con dos jovenes actores dispuestos a comerse la pantalla, y si tuviera que resaltar un momento en especial, sería cuando Hanks sale de la oficina de Washington a las calles de Philadelphia con la música nuevamente de Streets of Philadelphia y esa mirada perdida del -seguramente- mejor actor de la historia del cine. ¡Son 20 segundos en los que no parpadéas para no perderte esa expresión! Magnífico.
Era la primera vez que escuchaba ópera, y Andrew Beckett y María Callas consiguieron engancharme por completo durante esos fabulosos cinco minutos de cine de alta calidad. Para mí es la mejor película de Demme.
Estremecedora canción de Neil Young para cerrar el telón de esta gran obra, la cual no me cansaré de mirar y mirar...