Una brillante película, resuelta con esos códigos bien conocidos, donde los diálogos son lo más fuerte, frente a otros recursos que el género abandona. Según mi criterio le sobra media hora, lo cual aportaría ritmo y concreción.

Lo que más me sorprendió, fue cierta perversidad que adiviné en la escritora, y a su vez también hallé en otras personalidades dotadas de un brillante intelecto. A mi entender Karen Blixen, disfrutaba haciendo daño... o tal vez, provocando dolor para desatar emociones, a las que ella consideraba, responsables de la activación del talento.

A medida que avanza se vuelve insignificante, mezquina, solapando aquellas brillantes charlas que ofrecía en los minutos iniciales.