En el año de su estreno, mi amigo Alberto se "desgüevó" para que fuese a verla con él... Y naturalmente fui. Aun intuyendo lo que me iba a encontrar.

No me gusta el plástico, aunque sea del bueno, no quiero que me manipulen ni utilicen para venderme una historia engañosa. El cine gay es el que ofrece Marco Berger desde Argentina, al que admiro, me seduce y atrapa.

Ang Lee elaboró una película oportunista, en el mejor momento, y el resultado fue el que es... y está bien, pero no refleja la realidad de nuestro mundo. Si se cambia a uno de los protagonistas y se coloca en su papel a una chica, la película hubiese pasado desapercibida.

No ahonda en nuestros conflictos reales, dudas; miedos de muchos, armarios e incluso casados que se han visto forzados a integrarse en el universo convencional, cómodo y aceptado.

Estoy agotado de esa pureza blanquecina que se desliza por los mundos; esa misma que impide a los humoristas hacer humor, a la gente emitir opinión sincera a cerca de cualquier tema, sin verse obligados a ejercer censura previa para no molestar a un colectivo en riesgo.

Los colectivos, sabemos defendernos... Yo que soy MARICÓN PURO DE OLIVA (ni virgen ni extra), me defiendo, cuando una noche de sábado aparece un "heterosexual" con su novia y coche, para insultarnos en las zonas que saben nos reunimos.

Recuerdo una velada que surgió el de turno, comenzando su agresión verbal. Me acerqué al coche con la misma sonrisa de él para responder:
-Resulta curioso que aparezcas con tu "novia" por aquí, una noche de sábado a perder el tiempo insultando a los maricones, en vez de disfrutar con ella en cualquier local de copas, bailando, besándola... o bien amándola.
-¡¡A que me bajo y te reviento la boca, maricón!!
-Podrás reventarme la boca, si, por supuesto, y llamarme maricón; la diferencia entre los dos, es que yo asumo quien soy... pero si fuese tu chica, estaría muy preocupada si mi novio me hace acompañarlo a una zona gay solo para reírse de unos infelices maricas.