Flojilla película del detective de los refranes. Menos medios, usando pantallas para simular el interior de una prisión, un guión algo torpe, difícil de seguir e irregular, donde los sospechosos son lo menos importante -¡que herejía en este tipo de filmes!- con demasiadas secuencias cómicas del dúo que forman el hijo de Chan y el chófer negro. A todo ello hay que decir que las escenas del chófer, con el "miedo" a la oscuridad, su cobardía - reflejada en las continuas tomas de los temblores de piernas- así como los primeros planos de ojos desorbitados, junto a su función fílmica únicamente bufa, hoy no gustarían en absoluto a los colectivos afroamericanos pro-igualdad, por un cierto tufillo políticamente incorrecto que desprenden.