Una bendita locura. Gamberrada máxima. Orgásmico. La visión idealizada de unos años 80 que jamás existieron. Los filmes de esos años no eran así. Pero casi. Lo que nos ofrece Sandberg es la sublimación del cine ochentero, extrayendo sus esencias y elevándolas al infinito. Vikingas buenorras con dinosaurios que lanzan rayos laser y metralletas, nazis propios de un manga, un triceratops humanoide como agente de la ley, una máquina de marcianitos poseída por una entidad y que adquiere forma humanoide, violencia desatada y políticamente incorrecta, cochecitos de bebé ardiendo, despedazamientos, gore a tope, el villano máximo de nombre Kung Führer y como gran héroe una mezcla de Karate Kid, Chuck Norris y el guerrero ninja americano de Dudikoff, de nombre Kung Fury, dotado de poderes procedentes del conocimiento profundo del Kung-fu, pero en la versión de los bizarros filmes de Godfrey Ho. Y todo eso con canciones de David Hasselhoff.

Es imposible aburrirte. Una producción impecable para los pocos medios que tenían. Imaginación desbordante. Acción desmedida. Aunque no es para todos los paladares. Producción pionera de un cine retro ochentero que luego siguieron otros filmes como "Turbo Kid". Disfrútenla. Viajen a esos años 80 alternativos que jamás existieron, salvo en la mente de estos creadores, millenials nostálgicos de tiempos mejores e idealizados.