Hace años, aunque nadie lo crea, Eric Roberts era buen actor, Un actor de raza, nominado al globo de oro y al óscar, allá en los 80. Ahora hay mucho "seguidor-de-toda-la-vida" de Nicholas Cage, mucho admirador, en lo bueno y en lo malo, mucho fan que admira su resurrección cinematográfica y nos cantan sus virtudes como intérprete, pero nadie se acuerda de Eric Roberts, que sigue en ese agujero, participando en producciones de "The Asylum" como "Sharktopus", "Megaboa" o "Asteroid-a-Geddon" . A eso no llegó Nicholas Cage. Y no olvidemos que si Cage es un fanático de Superman, Roberts fue la némesis del Doctor Who, en la película de 1996.

Con 690 participaciones en películas de todo tipo, género y medios -series B, terror, catástrofes, eróticas, aventuras, thrillers, acción, ciencia-ficción, de karatecas, de mercenarios, policíacas o navideñas- es en los dramas donde ha podido demostrar sus magníficas dotes de actor. Fuera bromas. Quién haya visto "El tren del infierno", " El desafío" o "Star 80" lo sabe.

"It's my party" es una película basada en un personaje real. Todos los que aparecen tienen sus contrapartidas en nuestro mundo. El director, Randal Kleiser, escribió esta película en homenaje al que fue su novio, un arquitecto, y que vivió y murió como nos describe el film. Obviamente se han cambiado nombres y demás, pero la dura historia verídica está ahí. Un modo de expiación por su comportamiento con su ex-pareja, enfermo de SIDA. Y Kleiser tiró de amigos para rodar este filme, como Olivia Newton-John, a la que dirigió en "Grease". Conoceremos el submundo gay de Los Ángeles. Una piña, y más en aquellos días de miedo y zozobra ante la epidemia del SIDA. Un reparto coral y brillante, de gente que conoció al personaje en que se basa el libreto.

Y Roberts brilla. Y de qué manera. Al igual que Harrison y el resto del elenco. Una fiesta de despedida. En sentido literal. Amigos y familia. Y Roberts mostrando a alguien tan lleno de vida destinado a apagarse de un soplido. Es curioso que hoy, con la diarrea mental que azota a Hollywood, hubiesen criticado que sean dos heterosexuales quienes interpreten a dos homosexuales. Una película para deslumbrar. Gregory Harrison, conocido por la serie de "La fuga de Logan" nos muestra un trabajo actoral impecable. El es el sosías de Kleiser, que abandonó a su amado por miedo al SIDA. A la enfermedad mejor tenerla alejada de uno. Un año después tendrá noticias de Roberts y será invitado a esa lúgubre fiesta, a ese funeral en vida. Recordemos que en los USA, tras el sepelio, se suele hacer una comida para honrar al fallecido. Aquí se hará con el homenajeado aún con vida, repartiendo sus bienes entre amigos y familiares y tratando de resolver asuntos familiares y personales pendientes. Y soluciones las cuales no tendrán tiempo de llegar, salvo en la despedida final.

Una bella pero triste película. Y con tema principal de Basil Poledouris al piano. El amor es algo que se rompe si se trata mal y que puede dañar a quién lo maltrate. Y luego, ya no habrá vuelta atrás. Disfruten de Roberts y Harrison. Actores como la copa de un pino.