"Hope and Glory" puede estar considerada dentro de esas películas a las que llamamos "Viejitas pero Bonitas", esos filmes que quedaron registrados en las páginas doradas de la historia y que llegan, día tras día, a más público que las consume.

Sebastian Rice-Edwards es Billy Rohan, un niño que vive en un vecindario a las afueras de Londres, quien vivirá junto con su familia algunos de los conflictos de la Segunda Guerra Mundial y los bombardeos alemanes. Y es aquí donde empieza la magia, ésta cinta busca un enfoque diferente sobre los horrores de la guerra, alejándose de "La tumba de las Luciérnagas"; John Boorman nos abre la puerta para entablar un retrato fotográfico que captura no sólo la época, sino también la esencia y las emociones que se sentían en ese momento, en ese lugar.

La película vislumbra una mezcla de temas separados por las líneas de la edad, vemos la perspectiva de Billy y su familia, (especialmente de la parte femenina de esta), con respecto al patriotismo, la esperanza y la gloria, mientras tanto, Billy se cría en este mundo mirando hacia arriba, maravillado por cada zeppelin, granada fragmentada y escombro que se cruce en su camino. A su vez, Billy va perdiendo la inocencia y la historia se va desenvolviendo con una mirada infantil, pero nada inmadura, hacia los descubrimientos adultos, tales como el acercamiento al sexo, el entender del amor y el dolor curioso y repentino de la pérdida.

Dentro de la familia contamos con dos formidables intérpretes femeninas, Dawn, (Sammi Davis), una adolescente jovial, locuaz y puberta, que intenta evolucionar en los tiempos de guerra; y, además, tenemos a Molly, (Susan Wooldridge), una madre comprensiva, empática y conmovible que nunca dejará a sus hijos.

Lo interesante es que el filme es... divertido. Incluso uno puede llegar a reírse con una de esas bromas en los tiempos de desdicha, (escenas de humor estrafalario como la del portazo en la mano o la de la fila de mirones), por ahí se desprende el mensaje sobre devolverle a la vida el regalo que nos da, darle un "pase" a la vida, (en cricket); el director busca una visión optimista de esperanza sin tratar de idealizar la guerra, simplemente sincerandose con sus memorias provenientes de su familia y de su modo de vivir.

En definitiva: Aunque trate sobre el Blitz, "Hope And Glory" es nostálgica, emotiva y, por ratos, divertida. Uno se vuelve a sentir un niño otra vez, sólo que un niño observador contemplando la guerra. Rice-Edwards ofrece una interpretación sólida y encomiable.

Calificación: 8.3/10