Bernardo Bertolucci (lamentablemente fallecido hace pocos años) realizo aquí su mejor película, junto a Novecento.

El film es de una gran belleza visual, se nota el esmerado cuidado que se le ha dado a la fotografía, en la que Vittorio Storaro juega con los planos y los colores, desde los rojos y naranjas de la época imperial, hasta los azules y verdes de la China moderna. La banda sonora, mezcla de influencias occidentales y orientales, calza inmejorablemente con las escenas (dato adicional, uno de los compositores hace también de actor). La película, al ser un biopic que no sigue el lineamiento clásico de inicio - nudo - desenlace, se apoya en los factores antes mencionados para reforzar una gran historia que, en cierto modo, es una reflexión de lo impredecible y frágil que puede llegar a ser la vida de un ser humano. Y lo que es de agradecer, a pesar de ser una superproducción clásica, no recurre como otras a tópicos manidos como recurso para congraciarse con el espectador.

Quizás la única pega que se le puede hacer es la duración, hay escenas que no aportan mucho a la trama, pero existen películas más largas que ésta, así que no es un gran punto en contra. Le pongo una nota alta, para subirle la media que me parece injustamente baja. Dale una oportunidad si no la has visto.