"Six-String Samurai" no podría ser definida sin pararse a hacer un recuento de sus múltiples influencias. Lance Mungia, nominado en Sitges 99 por esta obra, demuestra con la película que además de tener cierto temple a la hora de dirigir según qué escenas, se ha visto bastante cine y así ha intentado hacerlo ver. Lamentablemente sólo existe un Quentin Tarantino, así que encontramos demasiados altibajos en esta obra primeriza que, pese a todo, consigue entretener y arrancar más de una sonrisa por su total falta de ambiciones y su sana oferta de frikismo concentrado en apenas 90 minutos de duración.

Desde Mad Max 2 hasta Sin Perdón, pasando por alguna película de samuráis de Kurosawa (Yojimbo, Sanjuro) e incluso El Topo de Jodorowsky, esta mezcla de western crepuscular, aventura de acción katana en mano y musical alocado, con insertos como los que hacía Robert Rodríguez en El Mariachi y la posterior Desperado, gustará sobre todo a los devoradores de todo tipo de cine ávidos de propuestas frescas, originales o más concretamente, cine marciano de ese que sólo existe en el subconsciente de cada uno, "películas isla", por que esto es, ni más ni menos, lo que consigue que Six-String Samurai merezca la pena a pesar de su irregularidad y, por momentos, algo bochornosa puesta en escena. Gustará o se odiará, pero no dejará a nadie indiferente.