Recuerdo con cierta gracia un tweet publicado por el portal TwitchFilm a raíz del estreno de "Twixt" en el Festival de Toronto, que tuvo lugar el pasado 11 de septiembre. Básicamente decía que "parece apropiado haberla estrenado este día (...) es un completo desastre." Sigo pensando que es un comentario gracioso a pesar de que no tenga ninguna razón porque "Twixt" es una de las películas más personales realizadas en los últimos años por un autor de renombre, una de esas hechas para uno mismo, sin pensar en el público, y que huelen a proyectos suicidas que dividen opiniones de forma irremediable. No seré yo quien me queje porque he disfrutado viéndola desde el principio hasta el final, no sé si porque no iba con muchas expectativas (por la malas críticas que la precedían) o porque la calidad que atesora en sus escasos 90 minutos la hacen digna de ser reivindicada a toda costa.

Mezcla imposible de "In the Mouth of Madness" del maestro Carpenter y ese amor por el terror gótico que desprenden obras como "Sleepy Hollow" (Tim Burton, 1999) o "Bram Stoker's Dracula" del propio Coppola, "Twixt" es un cuento sobre un escritor de tercera que llega a un pueblucho sin esperarse encontrar ahí la historia de su carrera. Hay más ecos a otras obras del género canalizadas a través de la aparición de un fantasmal Edgar Allan Poe que acompaña a Steven Seagal a lo largo del film, mientras que se alternan una ficción y la realidad con un tono puro, limpio, sin excesos, alternando sueños, pasado y presente, de forma más que notable. Desbalanceada, como las dos películas anteriores de Coppola ("Youth Without Youth" y "Tetro"), pero de un valor incalculable, se suma a la filmografía de este caballero como una obra de culto instantánea que será odiada y amada a partes iguales, porque viene de "el director de El Padrino", una etiqueta que jamás va a quitarse a pesar de que sea un autor de muchas más cosas. Burton la habría filmado (con más presupuesto y Johnny Depp, claro) y sería de las mejores de su filmografía. Coppola se conforma con lo que tiene y le sale una película que intriga desde el minuto uno y que termina con un final fantástico. Mención especial para Elle Fanning, una de las mejores actrices jóvenes del momento. Y para Steven Seagal (bueno, vale... Val Kilmer), que está más que bien en su papel de escritor frustrado, atrapado entre la obligación y el placer. En definitiva, el mejor Coppola en años.