Terrible que Alfredo Landa, en plena metamorfosis hacia un nuevo rol, aceptara este papel de un guión bobo y vacío, un mero trámite cinematográfico. Luis María Delgado debió ser muy amigo de Landa, pero pésimo director de cine.

El argumento, que gira alrededor de la pierna perdida por el alcalde, muestra las vergüenzas de un pueblo en donde hay meretrices, se juega y hay un cura comunista. Ingredientes que debieron ser muy malos en la España de la época.

Podemos ver esos carteles electorales que empezaban a ser una novedad para la época, y que hoy ya asumimos como parte de nuestra rutinaria vida.

También podemos ver cómo los aparatos de partido trabajan desde la capital para maquinar los designios de pueblos estratégicos.