Cuando hablamos de cine de alta calidad, de cine como obra de arte, sobre todo refiriéndonos a lo que se estila en los últimos treinta o cuarenta años, es fácil pensar en películas pesadas, abstrusas y pretenciosas. Pero hay excepciones. Y ésta es una de ellas. Una impresionante historia de amor y desamor, cómica y dramática a la vez, tan sencilla como profunda, perfectamente ambientada a comienzos de siglo, con unas interpretaciones maravillosas, con unos diálogos llenos de ingenio y de chispa, con una resolución admirable.
Un film, en suma, de lo más divertido y conmovedor, que sólo requiere del espectador un poco de cultura y un poco de sensibilidad.
Cambiaría toda la caterva de directores americanos y nórdicos de hoy por este italiano, Pupi Avati, de quien apenas se ha oído hablar ni estrenado nada en España