Su complejidad se va deshaciendo a medida que va cayendo en los tópicos y en soluciones narrativas fáciles más propias de un telefilm.
A la mitad de la película nos priva del supuesto hilo conductor de la historia: las consecuencias en primera persona que tienen unas acusaciones de pederastia y lo que suponen a nivel personal. Descentra al espectador intentando ampliar el marco de la historia pero se equivoca al enfocar la historia sobre el hijo de manera intermitente. No tiene el peso dramático suficiente, y además incide en algo que ya conocemos.

Aunque tiene una primera parte intensa, bien planteada y asfixiante, después se pierde en sí misma intentando dar una visión más compleja, evitando alimentar al espectador de una carnaza emocional que involuntariamente termina dándole.

Termina siendo mucho menos inteligente de lo que realmente es.