“Nieve negra” se presenta como un oscuro drama lleno de secretos escondidos, de cuentas pendientes y de rencillas sin resolver. Todo parte, como tantas otras veces, de una herencia y una oferta que se complica por la presencia de esta pareja de hermanos con diferentes intereses. Hondara construye una atmósfera turbia e incómoda para encuadrar la historia, aunque no tan agobiante como en un principio parece. Este paisaje de la Patagonia argentina tiene gran importancia, pero no juega ese papel decisivo, pudiendo la narración localizarse en cualquier lugar remoto del planeta. A pesar de todo, influye en los protagonistas y en los precipitados acontecimientos.

Estos protagonistas que guardan secretos inconfesables son Sbaraglia y Darín, dos figuras argentinas que prometen un duelo de altura con un par de papeles que necesitan de mucha implicación por su parte. De este tour de force tan interesante entre ambos depende en buena medida el éxito de la historia. Y aunque ambos están acertados, se les podría pedir un punto más, una marcha que llevara hasta el límite este suceso que les cambió la vida, pero no hay apenas oportunidad de ver este dolor contenido por el propio desarrollo de la película. También al guion se le podría pedir más aristas a unos personajes algo planos. El tercer vértice en Costa, mirada neutral entre los hermanos que va ganando importancia según avanza la historia. Laia ya no es una sorpresa y compite de igual a igual con los argentinos, incluso robando algún que otro plano sin apenas pretenderlo.

“Nieve negra” es una interesante película que tira de numerosos flashbacks para narrar de forma paralela presente y pasado, y en ningún momento resulta complicado de seguir. Un meticuloso montaje permite al espectador disfrutar y entender al mismo tiempo. Hay una correcta película a la que le falta arriesgar algo con el desarrollo, pero cuyo intrigante final y sus posibles lecturas hacen olvidar que a la película le falta algo de metraje.