Es verdad que se dice, que muchas veces, una secuela no llega a estar a la altura de la cinta original. A veces para bien y otras para mal. La película Mascotas (2016) de la productora Illumination Entertainment (la misma de Gru: Mi villano favorito y Los Minions) y dirigida por Chris Renaud y Yarrow Cheney, en mi opinión, me parece una maravilla de la animación, y es que no todo va a ser propiedad de Disney. Un puro entretenimiento para toda la familia, y esta secuela que ahora nos ocupa va por el mismo camino, aunque el toque novedoso que aportaba la anterior como que se ha ido. Al menos, así lo veo yo. De todos modsos, me ha dado lo que yo buscaba. Me he divertido, me lo he pasado genial viéndola y me he reído bastante. Cerca de cien minutos que se pasan en un plis plas, con dos tramas en el guión (a cada cual más curiosa) que se llegan a juntar para convertirse en una bien épica durante su tramo final. Si en la primera entrega, la vida del buen perrito Max, como mascota, corría cierto peligro cuando su dueña traía a casa a otro perro llamado Duke, ahora nos encontramos que la dueña de Max y Duke ha sido madre.
Esta vez la dirección corre a cargo de Chris Renaud y Jonathan del Val, se nos vienen encima nuevas tramas, pero repiten muchos personajes de la anterior como secundarios. El conejo Snowball, con la voz en versión original de Kevin Hart, es el que más me chifla y consigue sacarme bastantes risas a lo largo del metraje. Qué personaje más hilarante, sobretodo cuando le ponen trajes. Hay secuencias de acción y algunas con suspense incluido, pero que seguro que los más pequeños de la casa también la llegarán a disfrutar. El compositor musical Alexandre Desplat repite en la partitura, aunque este film, como en el anterior, se abona en vaias canciones pegadizas que ahogan gran parte del score, a no ser que os esperéis a ver todos los créditos finales. Por cierto, y hablando del rey de Roma, no os marchéis, hay alguna que otra secuencia adicional durante los créditos finales. Mi nota final es de 8/10.