Si sumamos La tapadera con El jardinero fiel, tenemos un producto 100% americano protagonizado por un Clooney sin garra y con guión que ofrece pinceladas realistas con momentos verdaderamente ridículos.

Como es de suponer, escribo esta crítica para advertir al futuro espectador que se va a encontrar con una película que podía haber dado mucho más de sí (tanto de entretenimiento como de fuerza visual y narrativa). Y es que, el problema reside en que a Tony Gilroy se le da bien los guiones (suyos son los Bourne), pero no dirigir.

Aquí demuestra que una buena idea se va al traste precisamente por no tener ritmo: todo pasa porque sí, muchas veces se da información repetida y casi no hay momentos de acción. Encima cargan parte de la historia con momentos familiares que no pegan ni con cola y retrasan la acción (el libro rojo del niño solo ofrece una simple coincidencia por lo que podrían haber abreviado los momentos paternofiliales que en este tipo de películas no da mucho juego).

Muchos personajes son planos (la de Tilda Swinton), otros demasiado confusos (Tom Wilkinson) y otros demasiado ambiguos (¿a qué juega Clooney durante toda la película? ni es abogado, ni consultor, es "solucionador de problemas" ... pero ¿eso qué es?).

Así que ojito con lo que vais a ver. No es como El buen pastor, que dentro de lo que cabe, tenía un poco de chicha. Y también me viene a la cabeza Erin Brokovich de Soderberg (que en esta es productor) de igual temática pero de ámbito vecinal.

Tampoco ayuda mucho que el galán de moda vaya con trajes selectos, ya que todo parece un anuncio para tiendas de ropa. Clooney debería de dejar los Martinis y los Corte Inglés, y lo tomaríamos más en serio.

Sigo en spoiler chic@s.