El problema principal de pretender montar una actualización de los cuadros de Federico Fellini es que resulta en una cinemática virtualizada, llena de color pero vacía de cine y por lo tanto de belleza, la fotografía puede ser exquisita pero el cine se reduce a una contemplación de la crítica y caída en el tiempo presente y superficialidad, transmite ese mismo vacío al público y lo que podría ser un buen documental del final de los tiempos de la gran belleza queda como una colección de imágenes de instagram sin el impacto profundo que clama cada cuadro de negativo, lo que se quiere contar es tan básico como para introducirlo en un cortometraje que acabe dominándolo todo.