Una de las críticas más extendidas es que resulta lenta. Y lo es. De otra manera no podrías meterte en ese personaje, un ser tan frío (helado, calculador), capaz de las cosas de que es capaz, con esa calma chicha desconcertante e irritante. Si a eso le sumas la personalidad de su vecina-enamorada ¡¡vaya par!! Son personajes de pocas palabras, muy pocas pero, no por eso dejan de estar realmente bien construídos. Él pasaría, perfectamente, por un chico normal, con una vida normal, casi anodina. Incluso es lo que realmente quiere. Pero claro, no lo es porque, no puede ser, si no... no habría argumento. Ni su manera de hacer dinero extra de forma legal ni, la ilegal son normales. Ni su calma apabullante hay cirstiano que la soporte; esos silencios, esas preguntas breves y sin una sola palabra de más ni, de menos. Ni esas respuestas o, esa ausencia de las mismas, esas caras y esos gestos que dicen más que 5 discursos de Castro. Tan perfeccionista y cuidadoso como es, de repente, se mete en un lío de la manera más estúpida que se puede imaginar en un tipo duro. Y sí, lo hace. Y sí, mete la pata. Hay quien comenta que es incompatible con la semblanza del personaje que, haga esto y, por amor. Pero es que, así son las cosas incluso en la vida real. En el cine, no puede ser distinto. Imita la vida con dósis de fantasía, historias increíbles y, finales sorpresivos (más o menos, depende del caso). Estoy de acuerdo con que, decepcione a unos y, entusiasme a otros. Es una mezcla curiosa de revival ochentero, antihéroe, mafia de barrio, sueños y, alguna escena algo desagradable. Lo que sí resulta para mí, un cóctel interesante. Hay que dejarse llevar, sin prisas, porque nos lleva un conductor experimentado que, nos dejará a salvo en casa, una vez cumplida su misión. Si eres de los que no puede esperar, de los que no son capaces de esperar al cambio de semáforo aunque la situación fuera para ello, no es tu película. Banda sonora muy curiosa.