Otra película "ligera" de Kurosawa. Del género de samurais o "jidai-geki", es una continuación de la exitosa "Yojimbo". Tal vez un poco inferior a ésta en algunos aspectos pero no por ello desdeñable, incluye aventura, grandes enseñanzas y momentos de humor.

Toshiro Mifune realiza una composición en la línea de Yojimbo, un pulgoso y desastrado ronin, samurai sin señor, de vuelta de todo que intuye y visualiza las situaciones a las que se tendrán que enfrentar él y sus protegidos, un grupo de samuráis de clase alta, doblemente torpes ya que por un lado su ingenuidad les lleva a meterse en la boca del lobo una y otra vez y por otra parte no escuchan la voz de la experiencia que representa Sanjuro, apoyándose en percepciones y prejuicios que pronto demuestran ser erróneos. Tal es su ineptitud que hasta un guarda enemigo con no muchas luces pero con más sentido común, prisionero de los samuráis se atreve a darles consejos a pesar de su situación poco favorable.

Entre los secundarios destaca Tatsuya Nakadai, que protagonizaría "Rashomón" y "Ran", como el lugarteniente de los villanos a los que se ofrece Sanjuro y con el que empaliza. Takashi Shimura es uno de los corruptos funcionarios que retienen prisionero al chambelán y al que el grupo pretende liberar.

La aparición de mujeres en la historia, la mujer del chambelán y su hija, produce no pocos inconvenientes al grupo, además de momentos jocosos (Ayyy, ese granero...). También aportan soluciones y enseñanzas, sobre todo a Sanjuro, que encuentra en la vieja dama la horma de su zapato.

A destacar el duelo final, de gran intensidad. En el "spoiler" lo destripo parcialmente pero aporto una anécdota interesante.

En definitiva, película muy interesante del cine japonés y que también recomiendo como introductoria al universo de este director.