Hipnotizante y maravilloso duelo de interpretación el ofrecido por C.Heston y Rex Harrison en esta obra. Ellos solos consiguen darle a la película una fuerza que, acompañada por un buen guión, engancha al espectador con suma facilidad.

Vale, se toma sus pequeñas licencias históricas, pero en general es bastante correcta. Cabe decir que, aunque Julio II fue, tal y como nos lo muestra la película, un Papa guerrero y amante del arte, la relación entre este y Miguel Ángel no fue tanto de amor - odio como se nos muestra, sino más bien de odio puro y duro. Miguel Ángel acabo tan harto del Papa que este lo retrato dentro de la Capilla Sixtina bajo la figura del demonio Minos.

Pero, ¿a quién le importa alguna que otra licencia histórica cuando el resultado es tan magnífico como este?