Intencionadamente tenemos delante lo bueno y malo de una historia con posibilidades. La calidad interpretativa de sus actores llenan de calor y trascendencia a los personajes que interpretan. Vemos los claroscuros que se ciernen sobre la moral y las intenciones de sus actuaciones, se abre el debate en el espectador sobre las circunstancias y los condicionantes de lo que nos lleva a hacer en determinando momento lo que hacemos, e imprime carácter en la acertada, o no, forma de desarrollar nuestros ideales. Expone sin tapujos sensaciones, intenciones y justificaciones, pero sin tener que convencer ni compartir. Pero a pesar de la gratificación testimonial carecemos de una profundidad de tratamiento de ciertos personajes secundarios a la par que necesarios e intuimos el somero paso sobre temáticas complicadas de defensa de ideales y posicionamiento claro y conciso de creencias y principios trasnochados. Con esa amalgama de sensaciones recuperamos cierto sabor al sinsabor de la realidad e intentamos restituir en casa flasback el compendio de emociones que se puede sentir en lo vivido, una magistral clase de experiencia y reflexión que muchas veces perdemos de vista... porque somos el resultado de lo que hemos hecho.