Mantener la estructura de la novela pasa factura al espectador. Un juego de tiempos, voces y puntos de vista que ralentiza la historia de fondo, los temas interesantes (maltrato, amor, desamor, violencia y alcoholismo...) dejando todo a la anagnórisis final, con unos personajes complejos pero simples, poliédricos pero algo planos, el acto queda en primer plano en una historia que debería profundizar en el ser, en las causas. Un reparto coral, que gira en torno a Emily Blunt, correcta y frágil, pero sin espacio para los contrapuntos.