Claire Denis utilizó todos los recursos visuales y fílmicos para retratar una personalidad única, muy habitual en la atonía actual. El hastío de la protagonista, en su búsqueda incesante del amor, no deja de auto obstaculizarse, de infringirse a si misma la falta de coherencia y de capacidad de análisis. Ese 'no saber que se quiere' llevado al extremo más capcioso y supino, lo traslada la directora a la formalidad del film. Diálogos reiterativos, planos oscilantes y en cadencia, escenarios reiterados y desestructurados, ... todo para captar la pérdida de una finalidad de la protagonista. No saber que se quiere al estar encerrada en un círculo vicioso de necesidades y apariencias mutuas. Lo busca, pero no sabe cómo, lo tiene pero no sabe cuándo... al final el guion pensado y mascado trasladó en demasía esa sensación que abruma a partir de la mitad de la película al espectador. Lo que empezó hasta con toques irónicos y capciosos, acaba siendo pesado y apabullante. El límite del aguante no está equilibrado, y a pesar de que los personajes son una bella y creíble representación de una generación y estado vital habitual, acaban en el cansino purgatorio de la innecesaria reiteración.