Es una película que cuenta historias, con algo en común: el protagonista como sereno. Con un final de esos que los hacen expresamente para dejar un sabor alegre.

Es un poco publicista, ya que habla muy bien de ser sereno y lo que comporta y el orgullo de serlo, como también el orgullo de trabajar en una fábrica... cosas que creo que realmente la gente no estaba muy contento con esos trabajos, pero era lo que había en aquella época.

Es agradable de ver a Fernando Fernán Gómez, aún siendo bastante joven. A Emma Penella irreconocible de joven y también a un jovencísimo Antonio Ozores que por aquel entonces hacía papeles bastante secundarios. Y como no, abuelo del cine español: José Isbert, aunque el papel que hace de borracho no me gusta mucho... lo denigra un poco.

Una película para olvidar, porque no tiene mucho atractivo, lo dicho, va directo a lo que la gente le podía gustar: al principio tiene algo de comedia, luego algo muy tierno con la historia de la monja y al final una historia de amor.